– Escuela: los 12 errores de los padres

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La mayoría de padres y madres da mucha importancia a los estudios de sus hijos y aspira a convertirlos en jóvenes brillantes. Pero no siempre tienen claro su papel en el aprendizaje escolar y a menudo adoptan conductas erróneas para la educación del hijo.

ES | 27/09/2013 – 08:00h | Última actualización: 27/09/2013 – 18:33h
Mayte Rius |

En la sociedad actual se concede mucha relevancia a la formación y a las calificaciones académicas y a menudo se relacionan la implicación y actuación de los padres en los estudios de sus hijos con los resultados escolares que estos obtienen. La consecuencia es que muchos padres y madres se vuelcan en la educación de sus hijos e invierten en ella ingentes cantidades de dinero, tiempo y emociones. Sin embargo, los resultados no siempre son los esperados, como evidencian las elevadas tasas de fracaso escolar. Según los expertos en educación, la ausencia de recompensa a tanto esfuerzo a menudo tiene que ver con la desorientación de los padres sobre cuál ha de ser su papel en el aprendizaje de los hijos, que les lleva a cometer errores que lastran su educación.

En unos casos son conductas que no tienen que ver específicamente con los estudios sino con el estilo educativo de la familia, con comportamientos tan recurrentes a la hora de educar como la sobreprotección, la falta de límites, la negatividad o los malos ejemplos, a los que se hacía referencia en Los 12 errores más comunes de los padres, reportaje publicado en estas mismas páginas el pasado 23 de febrero. Pero otros fallos muy reiterados están relacionados con el desconocimiento de la respuesta más adecuada a preguntas como: ¿han de estudiar los padres con los hijos? ¿Y ayudarles con los deberes? ¿Preguntarles la lección? ¿Revisar y corregir los trabajos escolares antes de que los entreguen? ¿Premiar las notas? ¿Poner tareas extras si el maestro exige poco? ¿Buscar profesores particulares? ¿Controlar sus agendas escolares? ¿Hablar con el profesor? ¿Estimularles con actividades extraescolares?

A partir de sus experiencias profesionales, Joan Domènech, director del colegio Fructuós Gelabert de Barcelona; Benjamí Montenegro, del Equip Psicológic del Desenvolupament de l’Individu, y Ángel Peralbo, responsable del área de adolescentes del centro de psicología Álava Reyes, consideran que los desaciertos más habituales de los padres vinculados con el aprendizaje y la educación escolar de los hijos son los siguientes:

1. Ejercer de maestros Son muchos los padres que ayudan a sus hijos a hacer los deberes, que estudian con ellos y les explican la lección, que corrigen sus trabajos. Sin embargo, psicólogos, pedagogos y profesores coinciden en que es un error pretender ser padre y maestro a la vez, entre otras razones porque acostumbra a provocar situaciones conflictivas prácticamente a diario y el tiempo de estudio se convierte en una tortura para padres e hijos. Ángel Peralbo explica que, además, «si los niños se acostumbran desde pequeños a tener a alguien por encima de ellos para trabajar se vuelven dependientes y en lugar de desarrollar la necesaria proactividad en los estudios, se relajan y esperan, y acaban necesitando a alguien que les tutorice constantemente».

Benjamí Montenegro subraya que «el papel de los padres es el de auditores: han de controlar que el trabajo esté hecho, que la letra es correcta, que se respetan las reglas de presentación, que no se dejan cosas sin hacer, pero no entrar en el contenido porque las tareas escolares son para que los hagan los alumnos solos y así trabajar su autonomía«. Advierten los expertos que eso no significa que si un niño pregunta a sus padres algo que no sabe o no entiende, no le ayuden facilitándole pistas o herramientas para que busque la respuesta. Y en los casos de chavales que tienen dificultades, que necesitan un refuerzo o que les vuelvan a explicar los contenidos, su consejo es recurrir a un profesor particular o a un psicopedagogo.

Joan Domènech cree que el papel de los progenitores es acompañar el aprendizaje de los hijos, pero enfatiza que hay una serie de competencias cuya enseñanza compete a la escuela y si los padres tratan de hacerlo, interfieren en el aprendizaje. «Los padres no tienen que enseñar a los hijos a multiplicar ni comprarles cuadernos para practicar multiplicaciones porque eso es cosa de la escuela; lo que compete a los padres es compartir con sus hijos situaciones cotidianas en que las operaciones matemáticas deban utilizarse, como ir a la compra, hacer cálculos aproximativos de si tienen bastante dinero para comprar algún artículo, etcétera».

2. Querer Einsteins «Un rasgo muy habitual en las familias actuales es el afán de sobreestimular a los niños, desde bebés, para que desarrollen rápidamente sus capacidades, y eso se traduce en llenar la cuna de artilugios, en un abuso de los juegos didácticos, en querer que sepan leer y escribir con cuatro años o en apuntarles a un montón de actividades extraescolares para descubrir y potenciar su talento», afirma Domènech. Y explica que ese afán de que sepan muchas cosas y cuanto antes mejor provoca una sobreestimulación que, lejos de lograr una evolución cognitiva más rápida y talentos por encima de lo normal, suele tener efectos contraproducentes en forma de problemas de atención, de falta de concentración, de hiperactividad…

Esta aspiración generalizada de hijos-genios dificulta, por otra parte, que algunos padres asuman la capacidad real de sus hijos o acepten sus limitaciones. «Abundan los casos donde el nivel de exigencia de los padres supone un listón demasiado alto para el niño en cuestión y eso puede provocar desmotivación, crecientes resistencias e incluso una baja autoestima que haga cada vez más difícil todo lo relacionado con el estudio», advierte el psicólogo Ángel Peralbo.

Benjamín Montenegro pone como ejemplo los padres que imponen actividades extraescolares intelectuales a niños con dificultades académicas. «Hay niños que en el colegio tienen problemas con las lenguas y encima les apuntan a clases extraescolares de idiomas, y otros a los que les cuestan las matemáticas y al salir del cole han de ir a clases de música y solfeo; lo único que se consigue con eso es sobresaturar al chaval, que se aclare aún menos y que se frustre porque no puede cubrir las expectativas que están puestas sobre él«, alerta.

3. Focalizar todo en los estudios Los educadores aseguran que una frase muy reiterada entre los estudiantes es: «Mis padres sólo se interesan por mi rendimiento escolar; lo demás no les importa nada». La queja no siempre es objetiva, pero los psicólogos aseguran que refleja fielmente lo que ocurre en algunas familias, en especial cuando surgen dificultades o los hijos no obtienen los resultados académicos esperados. «Los estudios ocupan el mayor porcentaje de las preocupaciones familiares y, por tanto, de las conversaciones del día a día, y muchos padres hacen que los estudios monopolicen la vida de los hijos; y si bien lo académico es la actividad que más tiempo les ocupa y la mayor responsabilidad de los chavales, son también esenciales otras muchas facetas de desarrollo, como los deportes, todo tipo de actividades lúdico culturales, el ocio, los planes y las responsabilidades familiares, los amigos y las relaciones sociales, la afectividad dentro y fuera del ámbito de la familia…», comenta Peralbo.

4. Premiar las notas Un recurso habitual de los padres para animar a los hijos a estudiar es prometerles grandes regalos si aprueban o si sacan buenas notas. Sin embargo, los especialistas en educación lo consideran un error. «Si buscamos estímulos de este tipo, es que algo falla, porque el niño no debería necesitar premios externos y materiales para disfrutar con el aprendizaje; su mejor estímulo debería ser descubrir cosas nuevas, plantearse retos y desarrollar sus intereses«, afirma el director de la escuela Fructuós Gelabert. Los educadores consideran que las buenas notas se han de elogiar, aplaudir e incluso celebrar, pero nunca comprar, porque se convierte al niño en esclavo del estímulo material y, si a pesar de la recompensa prometida no triunfa, su sensación de fracaso y su malestar es mayor porque además de no conseguir su meta escolar se ha quedado sin regalo.

El psicólogo Benjamí Montenegro alerta especialmente sobre los premios imposibles, como prometer a un adolescente que ha suspendido siete asignaturas una moto si finalmente aprueba todo. «Es una salvajada que genera frustración en el chico y que a menudo deja en entredicho a los padres cuando el chaval se entera de que le han ofrecido el premio después de hablar con el profesor y saber que es más que probable que repita curso», detalla. En cambio, opina que premiar las notas puede estar justificado en casos excepcionales «como el de un chaval disléxico sin adaptación curricular que consigue un bien en un examen de lengua».

En relación con las notas, Montenegro destaca otro error recurrente de los padres: valorarlas a bote pronto. «Llegan las notas y, con ellas en la mano, empezamos a hacer valoraciones, positivas o negativas, y eso no es correcto; hay que darse un día o dos de reflexión, enfriarse y hablar de ellas y tomar decisiones con tranquilidad», explica. Los educadores subrayan que, en lugar de abroncar por las notas, el papel de los padres debe ser enseñar a tolerar la frustración y el fracaso y ayudar al hijo a que tome conciencia de la causa y adopte posibles soluciones para el futuro.

5. Disfrazar la falta de esfuerzo de trastorno Otra conducta recurrente y negativa entre los progenitores es, según los expertos, buscar siempre trastornos neurológicos detrás de los fracasos escolares de sus hijos. «Hay muchos niños que son incapaces de esforzarse en hacer los deberes o en estudiar porque son vagos, y eso es inmadurez, no un trastorno mental, y a veces se intenta disfrazar esa vaguería como intolerancia a la frustración o intolerancia al estrés cuando lo que tienen es falta de autonomía», indica Montenegro. Y añade que la prueba es que esos chavales que no son capaces de esforzarse con las tareas escolares también son incapaces de ordenar su habitación, de prepararse el bocadillo de la merienda o de calentarse la comida cuando regresan del instituto.

Ángel Peralbo subraya que, en muchos casos, «el error de los padres es no darse cuenta de que detrás de la falta de esfuerzo y motivación por los estudios lo que existe es una inversión de prácticamente todo su tiempo en ocio, especialmente en ocio tecnológico, que es el que hoy impera y dificulta su dedicación a otras tareas».

Montenegro destaca que también es una equivocación de los padres poner un profesor particular a estos chavales para controlar que hagan los deberes y estudien. «Al profesor particular hay que recurrir para resolver problemas concretos, no para conseguir que tu hijo haga las tareas con él, porque entonces continuará con la actitud inmadura y dependiente de que se lo solventen otros», dice.

6. Impaciencia Ángel Peralbo considera que otra actitud frecuente y perniciosa es querer ir demasiado deprisa en lo que se refiere al aprendizaje, en vez de entender la educación como un proceso a largo plazo. La impaciencia de los padres, dicen los expertos, se traduce en tratar de que hablen lenguas extranjeras cuanto antes, en que comiencen a leer y escribir sin haber llegado al colegio, en acelerar los procesos de aprendizaje de las operaciones matemáticas sin respetar los ritmos de la escuela… «Ese afán de que sepan muchas cosas y cuanto antes es un error; en Dinamarca y en los países mejor situados en los ranking educativos los niños aprenden a leer y escribir a los siete años», apunta Joan Domènech.

Peralbo explica que esa impaciencia de los padres provoca que se desesperen ante las primeras dificultades en los estudios o los primeros malos resultados, sin tener en cuenta que las dificultades y los errores son inherentes al aprendizaje y los niños lo que necesitan es paciencia y ánimo para continuar trabajando durante toda la etapa escolar. «Los padres no deberían considerar esos malos resultados como un fracaso, porque ello reduce la autoestima de los hijos e incapacita cada vez más a unos y otros», indica.

7. No respetar la línea de la escuela Algunos padres, movidos por la impaciencia, intentan enseñar a sus hijos a leer o a calcular por sus propios métodos, o les ponen tareas de refuerzo en casa, sin tener en cuenta que quizá están interfiriendo en el ritmo o el método pedagógico que sigue la escuela. «Los padres deben plantearse a qué escuela llevan a sus hijos, asegurarse de que comparten las mismas ideas, y luego ir trabajando en paralelo, acompañando a sus hijos en el aprendizaje pero con cierto respeto al proceso que siguen en la escuela para educar en la misma dirección y no dar al niño mensajes diferentes», indica Domènech.

8. Proyectarse en los hijos Otro error bastante reiterado de los padres es pensar que el modelo y los métodos educativos que les sirvieron a ellos van a servir a sus hijos. «La escuela ha cambiado mucho y los niños también, y lo que a ti te gustaba del colegio o lo que tú aprendías entonces no tiene por qué ser un modelo de éxito para tus hijos», alerta el director de la escuela Fructuós Gelabert. También Ángel Peralbo considera que en muchas familias «siguen prevaleciendo más las expectativas que tienen los padres sobre los estudios de los hijos que las preferencias o capacidades de estos» y hay muchos chavales que son orientados a estudiar lo que quieren o les gusta a sus padres.

9. Cuestionar a los profesores No apoyar a los maestros, mostrar constantemente el desacuerdo con el profesor en presencia de los hijos, es otra conducta errónea de algunos padres. «Los profesores han reducido su capacidad para imponer la necesaria disciplina de los alumnos en el aula y no ayuda precisamente que tengan a los padres enfrente o en contra en vez de al lado, pues el alumno, aprovechándose de esa situación, consigue manipular y poner en contra a unos y otros cuando el objetivo que persiguen es exactamente el mismo», comenta Peralbo. Añade que los profesores tienen una visión privilegiada de los alumnos que en ocasiones no se corresponde con su comportamiento y su actitud en casa, y que a los padres les conviene conocer. «La complicidad entre padres y profesores, el compartir información, puede ayudar a que el chaval progrese adecuadamente tanto a nivel académico como en lo que se refiere a su actitud y comportamiento», enfatiza.

10. Hacer de Sherlock Holmes Benjamí Montenegro opina que otra conducta equivocada en la que caen padres y madres es acabar convertidos en Sherlock Holmes. «Hay padres que rastrean los deberes, los trabajos, las fechas de los exámenes a través de las redes sociales o de los padres de otros niños para ver si el hijo hace o no sus tareas, y eso provoca un boquete de desconfianza y no resuelve nada«, explica. Su consejo es revisar con el niño la agenda y las tareas realizadas en cada asignatura y, si no se lo apunta para evitar el seguimiento, hablar con el tutor «que es el jefe (en términos laborales) del chaval» para estas cuestiones. Los expertos desaconsejan imponer un control absoluto sobre las tareas escolares, estar examinando al hijo constantemente sobre lo que ha leído o ha estudiado, y aseguran que es mejor un acompañamiento lejano, dejándole que sea autónomo. Y si el padre o madre opta por preguntar la lección para preparar un examen, Montenegro aconseja no hacerlo oralmente, sino poner tres o cuatro preguntas por escrito «porque normalmente no hay exámenes orales y aunque el chaval se sepa la lección hablando, igual luego se expresa mal por escrito o comete muchas faltas» de ortografía.

11. Solventarles los problemas Otro comportamiento habitual y erróneo de los padres, según los educadores, es solventar los problemas de organización de sus hijos. «A las siete de la tarde el niño dice que falta tinta para imprimir el trabajo que ha de entregar al día siguiente y mandamos al abuelo que vaya corriendo a comprar un cartucho o que nos deje el suyo», ejemplifica Montenegro. Y enfatiza la importancia de dejar que los hijos afronten esos problemas solos «aunque eso suponga entregar un trabajo tarde y que le bajen la nota, porque si de mayor entrega tarde la declaración de la renta le aplicarán un recargo, por mucho que diga que el banco se retrasó en enviarle el extracto de sus cuentas; así es la vida, y han de aprender a organizarse y solucionar sus problemas desde pequeños».

Los educadores también rechazan la conducta permisiva de algunos padres que justifican los fracasos o errores de los hijos ante el maestro y la escuela alegando siempre una causa exterior o bien cuestionando la dificultad de la tarea o la idoneidad de los libros, de la materia o del propio profesor.

12. Vincular las tareas a castigos «Castigado a hacer los deberes» o «hasta que no acabes de leer no podrás ver la televisión» son frases habituales en muchas casas pero que, según los educadores, deberían erradicarse. En primer lugar, explican, porque el tiempo de realizar las tareas escolares debería ser un tiempo de tranquilidad y sosiego para trabajar, no de regañinas. En segundo lugar, porque el objetivo debe ser educar a los niños en el placer de la lectura o del estudio y no convertir esas actividades en un castigo. Y, por último, porque tampoco interesa que consideren la lectura o los deberes un peaje necesario para ver la televisión, jugar a la consola o salir con los amigos.

Fuente: lavanguardia.com

Escuela: los 12 errores de los padres

– «Una cuestión de educación». Programa Salvados (La Sexta)

» Si no inviertes en la gente «menuda», al final lo acabas pagando».

Nos quedamos con esta frase, entre muchas a destacar, la cual cierra el programa de «Salvados, en La Sexta», de reciente emisión y dedicada al sistema educativo y la comparativa con otro existente en nuestro marco europeo.

Frase que refleja directamente la visión y el concepto de la educación, tan variable en entornos tan parecidos. Diferencias que surgen de la simple concepción de ideas y la aplicación de las mismas desde diferentes puntos de vista. Puntos de vista condicionados por el interés minoritario de la inmediatez, orden de prioridades, perdiendo el enfoque de la consecuencia de futuro. Frente al interés general, sobre un tema tan global, en pro de la construcción de un futuro donde la igualdad de oportunidades, el derecho a lo básico y fundamental, y en definitiva la integridad socio-cultural y educativa forjan el bienestar común.

Os invitamos, si no habeis hecho ya, a ver el programa de Jordi, hábil en su ejercicio de analizar todos esos temas que nos afectan directamente como sociedad, en un momento actual y general, de delicadeza. Como este trata de la educación, lo destacamos en nuestro blog, y así podamos analizar, recapacitar o simplemente ser conscientes, aún más, de la importancia de la infancia, la raiz de nuestro futuro.

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– Conferencia: La gran mentira sobre la leche

Os presentamos una conferencia que ha generado gran polémica entre aquellos que han tenido oportunidad de verla y/o escucharla, además de innumerables opiniones al respecto. No es para menos, calificar un alimento de nuestra dieta cotidiana como perjudicial e innecesario, cuando la gran mayoría, generación tras generación, pensamos que es fundamental y que aporta grandes beneficios, hace que realmente nos surja la duda y nos preguntemos por la verdad de todo ello.

Debemos contrariar el pensamiento y la educación recibida con respecto este tema, abuelas de abuelas, médicos, científicos de entonces y ahora, asumiendo el surgimiento de nuevas teorías, y tesis científicas ?? Es todo realmente una estrategía de venta enfocada al producto y su producción ?? Será una agrupación ecologista o vegetariana que expone sus propios criterios o estudiosos y profesionales de la nutrición con nuevas tesis y análisis ??

En un momento, donde más vale prevenir que curar, como concepto fundamental de vida, no cabe duda, parece esté de «moda», debemos tomarnos muy en serio nuestra conducta alimentaria, un acto que hacemos varias veces al dia a lo largo de toda nuestra vida. Digno de tomárnoslo con seriedad por muy cotidiano y natural que sea, ya que, de cualquiera de las formas, nos condicionará en nuestra presente y futura salud, nuestra actitud, carácter,… nuestro equilibrio biológico, físico y mental.

Por tanto a que debemos ceñirnos?. Hoy cuentan que aquello que era bueno ya no lo es, mañana contarán que si lo es, que todo tiene sus beneficios y perjuicios, que esto es bueno para la salud general pero que puede acarrear efectos secundarios adversos,… o para rematar ya, te digan, eso depende de cada cual.

En definitiva, una utopía es, saber todo sobre si mismo, incluyendo, en función a su organismo, qué productos son los que que le vienen mejor y/o peor en su alimentación y en consecuencia en su metabolismo de vida, pero… quién lo sabe con total exactitud?.

La experiencia nos puede llevar a conocer esto o aquello que ejerce una causa-efecto en nuestro organismo, en nuestro funcionamiento, por ello nos inclinamos más por unos productos que por otros, pero, hasta llegar a ese conocimiento hemos obrado bien?, es suficiente razón el bienestar que genere o el placer que nos produce, para tomar ciertos productos? … Incognitas que quedarán siempre sin resolver, y que cada uno tendrá que resolver por si mismo en cada caso y circunstancias, aunque siempre enfocado a «una dieta equilibrada y ejercicio físico».

O no es asi??.

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Conferencia realizada el 25 de Octubre de 2011 en la Biblioteca Pública de Guadalajara.

Fuentes/Bibliografía/Estudios Conferencia.

‹‹Leche y lácteos ¿perjudiciales para la salud? ¡Imposible!›› Todos sabemos que la leche y los lácteos no sólo son sanos sino que además son imprescindibles para una correcta nutrición: la necesitan los niños para crecer, las mujeres embarazadas para tener buena leche, las personas mayores para no sufrir osteoporosis, mejora la acidez de estómago… Así que ¿cómo van a ser la causa potencial de algunas enfermedades?

Pues sí, lo son y numerosos estudios científicos así lo demuestran. Está constatada la relación de los lácteos con enfermedades como la osteoartritis, alergia, sinusitis o infecciones de oídos. El fin de este encuentro es descubrir el origen de esta información errónea y a quién le interesa mantenerla; aprender cómo  nuestro cuerpo utiliza el calcio y conocer fuentes saludables de este mineral.

Fuente: losagnetes.com

– Las terribles consecuencias del «efecto pigmalión» sobre los hijos.

Las etiquetas que ponemos a los niños pueden generar comportamientos no deseados

CARLOTA FOMINAYA
carlotafominaya / madrid
Día 02/01/2013 – 15.25h
Las terribles consecuencias del «efecto pigmalión» sobre los hijos
«Es muy tímido», «es muy malo y desobediente», «no se entera de nada», «es pasivo»… Lo que pensamos, lo que decimos… A veces no somos plenamente conscientes pero juzgamos y etiquetamos a los niños prematuramente, condicionando su comportamiento y produciéndoles unas heridas que, metafóricamente, pueden llegar a estar sangrando durante muchos años si no se reconocen y cicatrizan correctamente. Es el llamado «efecto pigmalión» de los padres sobre los hijos, o de los profesores sobre los alumnos. «Demasiadas veces se pronuncian expectactivas o prejuicios durante el proceso comunicativo con los más pequeños sin tener en cuenta que en el futuro pueden originar sentimientos, comportamientos o rendimientos no esperados y/o deseados», apunta Alba García Barrera, profesora de Psicología de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima). «En toda relación entablada con niños y adolescentes debe prestarse especial atención a la forma en que expresamos y transmitimos nuestras ideas, especialmente aquellas que afectan a su propia forma de ser, actuar o pensar sobre una determinada cuestión. En estas etapas los jóvenes se encuentran en pleno desarrollo físico, psicológico y afectivo, por lo que son altamente vulnerables a la influencia que puede llegar a ejercerse sobre ellos por medio de la comunicación. Es bastante fácil que, con nuestras palabras, afectemos al autoconcepto y la autoconfianza del niño», explica García Barrera.

Es muy fácil afectar de forma inconsciente a los niños con nuestras palabras

¿Por qué sucede esto? «Porque solemos olvidar que una persona desarrolla su autoconcepto en función de las expectativas que depositan sobre nosotros las personas de referencia en nuestro entorno», prosigue esta especialista. «Es decir, un niño va formando el concepto que tiene de sí mismo en base a las valoraciones que recibe de sus padres, de sus abuelos, de sus tios, de sus maestros… Y si bien de pequeñito no le consideran capaz de hacer determinada cosa, muy probablemente acabe siendo incapaz de hacerla. Y no porque no tenga capacidad o habilidades suficientes, sino porque su entorno más próximo le está transmitiendo este mensaje, que difícilmente le invitará siquiera a intentarlo, a probar suerte… Se sentirá menos capaz que ellos y pensará que no puede hacerlo, que no tiene capacidad suficiente… y por tanto, será peor. Esto es lo que se conoce como «efecto Pigmalión» y ya fue demostrado en un estudio por Rosenthal y Jacobson», advierte.

«Trato diferencial» entre hermanos

Por otra parte las expectativas, prosigue esta docente, pueden depositarse en base al llamado «efecto halo». «Pongamos un ejemplo. En el entorno familiar sucede a menudo a través de las comparativas directas e indirectas con los hermanos, ya sean mayores o pequeños. Es común escuchar a un padre o a una madre decir a su hijo, cuando se está portando mal, «a ver si aprendes de tu hermano». Incluso muchas veces se tiende a regañar siempre al niño que se suele portar mal, solo por el hecho de que suele hacerlo con frecuencia, cuando en un momento dado ha podido ser al revés. Ningún niño se porta siempre bien, ni ningún niño se porta siempre mal. Y como padres debemos intentar ser justos y congruentes con ello», añade García Barrera.

Al niño que se suele comportar mejor se le regaña menos, y al contrario

Porque además, continua esta especialista, muchas veces se tiende a idealizar el comportamiento del hijo que suele comportarse mejor, y se le regaña menos, se le castiga menos y, en definitiva, se suele tener más paciencia con él que con el que suele portarse peor. «A esto se le llama «trato diferencial», y afecta directamente al autoconcepto, la autoestima y el rendimiento del niño. De hecho, influye en sus respuestas comportamentales, ya que cuando el niño es consciente de que sus padres esperan que tenga un mal comportamiento, tiende aún más fácilmente a tenerlo», asegura esta profesora de Psicología.

Ámbito escolar

Y en el ámbito escolar sucede exactamente lo mismo, afirma esta especialista. «El docente suele tender a poner notas más bajas a aquellos estudiantes que suelen rozar el aprobado, y notas más altas a quienes suelen sacar sobresalientes, aunque por determinadas circunstancias no sea así… Y esto influye en el autoconcepto del alumno y lo que se siente capaz de hacer». En este sentido, propone García Barrera, «hay que prestar atención a los comentarios que realizamos en casa sobre las notas que obtienen nuestros hijos, sin encasillarles, ni esperar determinados resultados. Pero ojo, esto no quiere decir que no haya que exigirles, sino que hay que procurar escucharles, entenderles y animarles a sacar todo el potencial que llevan dentro».

Debemos motivar y elogiar a nuestros hijos

En definitiva, debemos tener en cuenta que la capacidad autopercibida tanto del niño como del adolescente se modela en gran medida en función del «feedback» (respuesta) que le proporcionemos. «Lo que digamos acerca de sus capacidades y habilidades va a influir directamente sobre lo que se considere capaz de hacer. Por eso debemos motivarle y elogiar sus capacidades. Si el niño se siente capaz de hacer algo, y además siente interés por conseguirlo, actuará de forma motivada y será probable que alcance sus metas», concluye esta profesora.

Para potenciar la autoestima

—Aceptar y respetar al niño.
—Reconocer sus posibilidades y limitaciones.
—Crear un ambiente agradable y de confianza.
—Potenciar la comunicación. ¿Cómo? Mediante la pregunta y la escucha. Nos conviene preguntar para mantener un clima de seguridad y confianza imprescindible llegada la adolescencia. Y escuchar de forma activa, claro: Debemos mostrarle que realmente le estamos escuchando y que nos interesa lo que nos tiene que contar.
—Prestar atención al lenguaje verbal y no verbal.
—Favorecer la iniciativa del niño, estimular la exploración y el descubrimiento.
—Definir con claridad los objetivos y comprometer a los jóvenes su logro.
—Involucrar a los niños en el establecimiento de las normas y animarles a respetarlas.
—Tener expectativas realistas y positivas sobre las posibilidades de los niños.
—Cultivar la empatía, lo que equivale a ponerse en el lugar del niño, aceptarle y comprenderle.
—Hacer juicios positivos sobre los niños y evitar los negativos. Debemos tener en cuenta que el elogio, siempre que se produzca a continuación de un determinado comportamiento o conducta, sirve para reforzarla. Cuando realicemos una crítica, por contra, debemos destacar su capacidad y transmitirles que podrán mejorar si realizan un mayor esfuerzo o utilizan una estrategia distinta.

– ¿Han de ayudar los padres a hacer los deberes?

Berta Ponce – 22/11/2012

Un niño pasa muchas horas en el colegio, es una de las partes más importantes de su vida. Necesitan saber que sus padres se implican y se interesan por lo que allí pasa: sus amigos, los juegos, las actividades, sus profesores, sus deberes etc.

A todos los padres les gusta que sus hijos vayan bien en el colegio y saquen buenas notas, incluso muchos padres piensan en el futuro de sus hijos imaginando qué carrera escogerán o en que trabajarán, pero en todo este proceso muchas veces los padres tienen dudas: ¿hay que  ayudar a los niños con sus deberes?, ¿Cuál es la labor de cada uno, del niño, del profesor y de los padres? ¿Qué pasa cuando no quieren estudiar? ¿Y si se olvidan frecuentemente de los deberes? ¿Hasta dónde, como padres, hay que implicarse en las cosas del colegio?

Habrá cosas del colegio que como padres nos gusten más o nos gusten menos, y ntre ellas puede estar la cantidad de deberes que los niños llevan a casa. Los niños han de saber que cada curso y cada profesor serán distintos y que habrá veces que les mandarán más tareas y otras que les exigirán menos. Pero el colegio no solo son los deberes, es un conjunto de cosas y como tal debemos aceptar el conjunto.

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Algunas cosas importantes que los padres han de trasmitir a un niño durante sus años de colegio

–  Que el objetivo de los deberes es ayudarle a él a averiguar si entiende lo que ha aprendido en clase, así como a crear un hábito de estudio.

–  Que al colegio se va a aprender, esto significa que muchas veces no sabrán cosas y que uno se puede equivocar. Por lo tanto equivocarse es parte del aprendizaje.

–  Que los profesores están para enseñar y resolver dudas, y que se les puede preguntar cuando uno no entiende algo.

–  Que ellos mismos son los responsables de sus tareas y exámenes

¿Qué actitud de los padres ayuda a los hijos?

Dejar que el niño se responsabilice de su trabajo. Esto no significa falta de interés. De hecho. se puede mostrar interés de muchas maneras, por ejemplo, preguntándole sobre los ejercicios que está haciendo, diciéndole que  lea en voz alta sobre lo que está aprendiendo, preguntándole la lección una vez que ya ha estudiado.

–  Ayudándole a entender porque cada asignatura es importante.

–  Alentarle a llevar al día sus estudios, mostrándole las ventajas de hacerlo de esta manera.

–  Hablar con él sobre temas que estudia para que de esta manera amplíe su nivel de conocimiento, aprovechando por ejemplo alguna noticia de la tele, algún viaje que se haga en familia, alguna visita cultural etc.

Darle recursos que le ayuden a organizarse, por ejemplo organizar la mesa de estudio, mostrarle la utilidad de diferentes herramientas para buscar información: diccionario, internet…

–  Mantener el contacto con el tutor teniendo entrevistas a lo largo del curso.

–  Motivar al niño reforzando su buena conducta ante los estudios, valorando no solo los resultados sino también el esfuerzo.

Reflexionar acerca de nuestro comportamiento en relación a los estudios y los deberes, ya que como padres transmitimos muchos mensajes con nuestra actitud, nuestras expectativas, preocupaciones etc. Pensar sobre ello nos hará darnos cuenta de muchas cosas, por ejemplo, si estamos ejerciendo mucha presión, si le damos demasiada importancia a este tema dejando de lado otros o por el contrario, si le damos poca importancia y estamos mostrando desinterés.

Trasmitir a los niños una imagen positiva del estudio y tratar de que su papel en el aprendizaje sea lo más activo posible, hablando con ellos sobre las enormes ventajas de aprender y tratando de que no se queden en un papel donde solo escuchen, lean y memoricen. Hay que animarles a que opinen sobre lo que leen, piensen, critiquen, investiguen, comparen etc.

Establecer un tiempo para los deberes, y una vez pasado ese tiempo hacer otras cosas, durante la tarde ha de dar tiempo a jugar, descansar, hacer alguna actividad, estar en familia etc.

¿Qué consecuencias tiene que los padres se hagan siempre cargo de los deberes?

Muchos padres se meten en un círculo del que sienten que es difícil salir. Cada tarde revisan la agenda, les organizan por dónde empezar, resuelven cada duda etc. Esto se convierte en una sobrecarga que se une a las múltiples tareas que además tienen que hacer. A su vez, cuando intentan dejar de hacerlo se dan cuenta que sin ellos los niños se sienten perdidos y temen entonces que el niño suspenda o que no lleve bien hechos sus deberes, por lo que siguen haciéndose cargo cada tarde.

Esto genera muchos momentos de tensión entre padres e hijos, además los niños se sentirán cada vez más inseguros pensando que ellos solos no son capaces de hacer las cosas, cada vez preguntaran más dudas y les será más difícil hacerse cargo de sus cosas.

¿Qué pueden hacer los padres para romper este círculo?

En primer lugar pensar sobre esta situación, es probable que a algunos padres les cueste tolerar el malestar de su hijo cuando no sabe algo o que piensen que el hijo no será capaz de hacer las cosas solo. De esta manera tenderán a protegerlo en exceso ayudándole en todo.

Será importante calmarse y pensar qué actitud beneficiará al niño a largo plazo. Si echan la vista atrás se darán cuenta de que hay experiencias que solo son aprendidas a través de la experiencia propia. Además, poco se consigue en la vida sin esfuerzo y aprender no es una excepción.

Una de las formas de trasmitirles esto es que cada uno se haga cargo de sus propias responsabilidades. Esto ayudará a que cada vez los niños se sientan más autónomos y con más confianza en sí mismos.

¿Cuándo tienen los padres que intervenir?

Cuando el niño tiene algún problema de aprendizaje y se ha recomendado por parte del profesor u orientador que los padres participen en ayudar con los deberes.

Participando en proyectos puntuales que por su dificultad requieran la ayuda de un adulto y como una manera también de disfrutar haciendo algo juntos.

Cuando vemos que le cuesta organizarse y tarda demasiado en hacer pocas cosas. Se les puede ayudar poniéndoles pequeñas metas dentro de los deberes cada día, esto le animará y le hará menos pesado lo que tiene que hacer.

Cuando le notamos muy frustrado, ansioso o enfadado, lo importante entonces será parar y poder pensar juntos que le está pasando, porque estas emociones interfieren en el aprendizaje. Lo más importante será ayudarle a calmarse. Más tarde podrá continuar o incluso llevar los deberes sin acabar y preguntarle al profesor de manera individual.

Uno de los componentes fundamentales para lograr el éxito en el colegio es una relación positiva entre padres e hijos. El colegio será una parte importante para los niños pero estos necesitan que sus padres pongan también interés en todas las áreas de su vida y aunque buscar el equilibrio no siempre es fácil será importante para todos  que los padres se detengan  a pensar como están llevando a cabo esta tarea.

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BIOGRAFIA DEL AUTOR

Berta Ponce Martín. Colegiada numero M-16067. Licenciada en Psicología por la Universidad de Comillas.Especialista en Clínica y Psicoterapia Infanto – Juvenil y Adultos, Centro Elipsis. Madrid.Miembro de la Sociedad “ Fórum” de Psicoterapia Psicoanalítica.Más de 10 años de experiencia en Consulta Privada. Centro de Psicoterapia Doctor Esquerdo.Trabajó durante 4 años en Ceclisa, Centro Clínico Sanitario, Cobeña, Madrid y en Cáritas como Terapeuta Infantil. En el ámbito Público ha trabajado los dos últimos años en el Centro de Atención a la Familia de Boadilla del Monte, Madrid. En la actualidad trabaja en Debebé, Centro de Estimulación Temprana, como Terapeuta Infantil y profesora de Psicomotricidad con niños de 0 a 2 años compaginándolo con la Consulta privada. Psicologasmadrid.

Fuente: elconfidencial.com

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Fuente: abc.es

– ¿Cómo educar las emociones?

¿Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia
Fuente: FAROS Sant Joan de Déu
Fecha de publicación: 06/03/2012
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En el presente cuaderno se ofrece un concepto actual de las emociones, y quiere ser una exposición de cómo se ha pasado de la inteligencia emocional a la educación emocional y de las aplicaciones que de ello se derivan en la educación formal y en la familia, situando siempre al niño y al adolescente como nuestro punto central de interés.

En varios capítulos se presenta la situación de la educación emocional en el mundo, y más concretamente en los Estados Unidos, en el Reino Unido y en España, que se pueden considerar los países donde se está difundiendo de forma más visible.

El informe termina con un decálogo de los aspectos más relevantes que aparecen en toda la obra, a modo de resumen, y unas referencias bibliográficas con la intención de orientar la formación posterior de las personas interesadas. Esperamos que todo ello contribuya a educar las emociones y poner inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia para garantizarles un mejor estado de salud y bienestar a largo plazo.

Acceso al documento original (.pdf)

Fuente: www.faroshsjd.net

– ¿Te atreves a soñar?

Desde pequeños todos sabemos soñar. Dormidos y despiertos.

Gracias a la potencia de nuestra imaginación creemos que somos capaces de cualquier cosa.

Sin embargo, según crecemos perdemos esta maravillosa capacidad que luego tanta falta nos hace en la vida a la hora de ser creativos, de innovar, de cambiar nuestras vidas y de transformar nuestras empresas.

Te invitamos a que te atrevas a soñar otra vez, a desafiar tu zona de confort, y a que disfrutes del placer de convertir tus sueños en realidad.

¿Te atreves a soñar?

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Puedes descargarte el Mapa de tus sueños aqui.

Fuente: inknowation.com