– Los muebles también influyen en las malas posturas de tus hijos

 posturas

Los niños pasan muchas horas sentados en clase, y la postura que adoptan influye en su salud. Sentarse bien y una buena elección de muebles son clave para una buena higiene postural.

¿Tus hijos se sientan correctamente? ¿Sus muebles les permiten estar en una buena posición? En los niños, las funciones físicas, psíquicas y mentales vitales, que están en constante interacción, deben ir acompañadas de movimientos regulares y continuados cambios de postura, pues no se debe olvidar que se encuentran en una etapa de crecimiento.

Cuando se trata de elegir los muebles en los que tus hijos van a hacer los deberes, pintar, jugar con el ordenador, etc. debes tener en cuenta las siguientes condiciones para asegurar que sean lo más ergonómicos posible:

  1. Las sillas y las mesas deben poder regularse en altura: en su defecto, el cuerpo puede colapsarse y los niños acostumbrarse a trabajar en una postura en forma de C. Esta regulación puede ser escalonada o, a ser posible, progresiva.
  2. La silla debe tener propiedades dinámicas: los brazos también deben ser ajustables, el asiento acolchado y con los bordes redondeados para facilitar cambios de postura de froma frecuente y efectiva. Es importante además, que la silla ofrezca apoyo en la parte baja de la espalda.
  3. Los tableros de las mesas deben poder inclinarsecomo mínimo unos 16º: en su defecto, el cuerpo adopta posturas desventajosas que pueden afectar a la salud. Además, debe tener un dispositivo especial que impida que los objetos resbalen y caigan al suelo.
  4. Las mesas deben ser profundas: de unos 90cm mínimo. También se recomienda que dispongan de una unidad de altura regulable separada para colocar el monitor del ordenador en caso de que sea necesario.
  5. Los muebles deben poder ajustarse a los cambios de las proporciones corporales según los niños van creciendo.
  6. Lo ideal es que la mesa y la silla formen una unidad.
  7. Todo el conjunto debe permitir el movimiento a los niños: para favorecer su crecimiento y para el desarrollo de sus funciones físicas y psíquicas.

Si los niños disponen de muebles que cumplen estas características, será más factible que adopten una postura correcta y eviten posiciones perjudiciales que pueden acarrear problemas de salud en el futuro como dolores de espalda frecuentes.

La posición correcta

Para evitar problemas de espalda cuando sean mayores, además de que puedan moverse mientras están sentados, asegúrate de que la posición en que trabajan es la siguiente:

  1. Espalda apoyada al respaldo de la silla
  2. Pies tocando al suelo
  3. Brazos y muñecas en línea recta
  4. Alternan el estar sentados y de pie

Si se acostumbran a adoptar una buena posición, trabajarán correctamente siempre, lo incorporarán cómo un hábito más. Es muy importante que desde pequeños aprendan a hacerlo y de que dispongan de las condiciones adecuadas para adoptar esta costumbre. Asegúrate pues, de que sus muebles tienen las características recomendadas.

Acceso a los documentos originales:

Asientos y mesas ergonómicas para niños y jóvenes. AGR. [Fecha consultada: 26 enero 2015]

La importancia de la ergonomía en clase. CSI-CSIF. [Fecha consultada: 27 enero 2015]

Fuente: Fundación Faros

También os dejamos un video relacionado con las posturas a adoptar para aquellos que asignamos algo de tiempo al dia delante del ordenador:
Mantener la postura correcta es esencial para quienes trabajan frente a la pantalla o en un escritorio a diario. Hay algunas reglas que podemos seguir para determinar tanto la postura, como también el mobiliario correcto, incluyendo la altura, tamaños y dimensiones en general.

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=zT9mLgbL7XA]
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– Guía de resiliencia de la APA para padres y profesores

resiliencia

Tendemos a idealizar la infancia como un momento del desarrollo en el que carecemos de preocupaciones. Sin embargo, esta etapa no protege contra las heridas emocionales y los traumas que muchos niños suelen experimentar, y que pueden venir derivados de una amplia variedad de problemas como, por ejemplo, la adaptación a un nuevo colegio, el acoso por parte de los compañeros de clase o sufrir abusos en el hogar. La capacidad de desarrollarse a pesar de los desafíos surge de las habilidades de resiliencia.Con esta introducción, comienza la “Guía de resiliencia para padres y profesores”, un artículo publicado por la APA (Asociación Americana de Psicología-American Psychologycal Association) en su página Web, a través del cual ofrece una serie de recomendaciones dirigidas tanto a padres como a profesores, con el fin de ayudar a niños y adolescentes a desarrollar su resiliencia (entendida como la capacidad para hacer frente de forma eficaz a la adversidad, al trauma, a las amenazas o a fuentes estresantes).

Tal y como indica la APA, si bien el dolor emocional y la tristeza son sentimientos que suelen experimentarse tras sufrir un trauma importante o una pérdida personal (o al enterarnos de la pérdida o trauma de otra persona), es esencial saber hacerles frente y sobreponerse a ellos.

Los niños, concretamente, pueden aprender a desarrollar su resiliencia y, tanto padres como profesores, juegan un papel importante ayudándoles a fomentarla. Para tal fin, la Asociación enumera los siguientes consejos:

1. Establecer conexiones sociales

Relacionarse con las personas brinda apoyo social y fortalece la resiliencia. Ayude a su hijo a hacer amigos, enseñándoles la habilidad de la empatía (ponerse en el lugar del otro). Construya una red familiar fuerte para poder apoyar a su hijo ante decepciones y disgustos inevitables.

En la escuela, hay que estar atento a las relaciones entre los niños y comprobar que ninguno esté aislado.

2. Ayude a su hijo a ayudar a otros

Ayudar a otros puede permitir a su hijo superar la sensación de impotencia. Anímele a involucrarse en trabajos voluntarios apropiados para su edad, o pídale ayuda en algunas tareas que él o ella domine. En la escuela, se puede realizar en el aula una lluvia de ideas acerca de las formas en que pueden apoyar a los demás.

3. Mantenga una rutina diaria

Seguir una rutina puede ser reconfortante para los niños, especialmente los más pequeños, que necesitan una estructura en sus vidas. Inste a su hijo a desarrollar sus propias rutinas.

4. Hacer pausas

Aunque, como ya comentamos en el punto anterior, es importante seguir una rutina, preocuparse constantemente puede ser contraproducente. Enseñe a su hijo a centrar su atención en cosas distintas de aquellas que le inquietan. Controle si está expuesto a información que pueda preocuparle -ya sea en Internet, a través de noticias o conversaciones escuchadas-, y ayúdele a distraerse de los pensamientos preocupantes.

En la escuela, es importante contar con un tiempo no estructurado en la jornada escolar para que los niños puedan desarrollar su creatividad.

5. Enseñe a su hijo a autocuidarse

Los padres constituyen un modelo de aprendizaje para los niños. Por tanto, sea un buen ejemplo de hábitos saludables para su hijo, mostrándole la importancia de comer adecuadamente, hacer ejercicio y descansar las horas necesarias. Asegúrese también de que disponga de un tiempo para poder divertirse y relajarse. El autocuidado, ayudará a su hijo a mantenerse equilibrado y a manejar mejor los momentos de estrés.

6. Establezca metas

Es importante que los niños aprendan a fijarse objetivos razonables, y a alcanzarlos paso a paso. Avanzar hacia esa meta –incluso si se ha dado un pequeño paso-, y recibir elogios como refuerzo, le ayudará a desarrollar una actitud positiva, centrándose en los logros en lugar de los fracasos, y fomentará la construcción de la capacidad de resiliencia para encarar los desafíos.

En la escuela, con los niños más pequeños, es importante descomponer las tareas grandes en pequeños objetivos alcanzables. Con los mayores, reconozca y refuerce sus logros a medida que vayan dirigiéndose hacia metas mayores.

7. Cultivar una autoimagen positiva

Anime a su hijo a recordar situaciones pasadas en las que ha lidiado con éxito con las dificultades, haciéndole ver que los desafíos promueven el desarrollo de la capacidad para manejar otros retos en el futuro. Anímele a confiar en sí mismo a la hora de resolver problemas y tomar las decisiones adecuadas. Recuérdele la importancia de ver la vida con humor y saber reírse de uno mismo.

En el aula, muestre a los niños que sus logros individuales pueden contribuir al bienestar del conjunto de la clase.

8. Mantener las cosas en perspectiva y una actitud positiva

Cuando su hijo se enfrente a un acontecimiento muy doloroso, enséñele a ver la situación en un contexto más amplio y a mantener una visión a largo plazo. Dado que a los niños, por su edad, puede resultarles difícil mirar las cosas con visión de futuro, ayúdele a comprender que los problemas presentes se pueden considerar a largo plazo, y que, más adelante, la situación puede mejorar en comparación con el momento presente. Una visión optimista y positiva permitirá a su hijo ver las cosas buenas de la vida y avanzar, hasta en los momentos más difíciles.

En la escuela, muestre a los niños que los problemas se pueden superar y la vida continúa después de un acontecimiento negativo, utilizando, para tal fin, una historia o un cuento que lo ilustre.

9. Buscar oportunidades para el autodescubrimiento

Durante los momentos difíciles, los niños suelen aprender más sobre sí mismos. Explique a su hijo que es posible extraer una enseñanza de todas las situaciones a las que nos enfrentamos, ya sean positivas o negativas.

En la escuela, abra un debate y anime a los estudiantes a explicar qué cosas han aprendido después de pasar por una experiencia difícil.

10. Aceptar que el cambio es parte de la vida

Desde que nacemos, nuestra vida está llena de cambios a los que debemos adaptarnos. Para algunos niños, estas situaciones suelen ser difíciles, y pueden vivirse de forma angustiosa. Por esta razón, es fundamental que explique a su hijo que el cambio es parte de la vida, y que cuando las metas se vuelven inalcanzables, se pueden sustituir por otras nuevas.

En la escuela, haga conscientes a los estudiantes de los cambios que han experimentado a medida que han ido pasando de curso, y hablen sobre el impacto que han tenido sobre ellos dichos cambios.

La resiliencia en función de la etapa escolar

A parte de las recomendaciones anteriores, la Guía de resiliencia cuenta con varios apartados en los que aborda la construcción de la resiliencia de forma más específica, orientando a padres y profesores en este proceso, en función del momento del desarrollo del niño y de la etapa escolar en la que se encuentra.

Para finalizar, la APA subraya que, si bien esta Guía proporciona información útil, no debe ser utilizada como sustituta de un profesional de la salud mental, y recomienda acudir a uno en caso necesario. A este respecto, recuerda que los psicólogos son profesionales capacitados para ayudar a su hijo a fortalecer su resiliencia y aprender a perseverar en momentos de estrés o trauma.

Si deseas consultar la Guía completa, pincha el siguiente enlace: Guía de resiliencia para padres y profesores

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Fuente: infocop.es

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– 12 maneras de fomentar la autoestima infantil


12 maneras de fomentar la autoestima infantil

La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras
Jean-Jacques Rousseau

Estamos tan obsesionados por crear la burbuja del bienestar adulto que se nos ha olvidado la importancia de sembrar la autoestima en nuestros niños.Es muy importante que nuestros pequeños crezcan en un mundo de adultos equilibrados, pues será lo mejor que les podamos transmitir. Sin embargo, si nos paramos a pensar sobre esto, no nos costará mucho darnos cuenta de que hacemos que nuestras carencias sean visibles.Así es que los niños, como los animales, perciben nuestros miedos e inseguridades y las hacen suyas con gran facilidad. Ante este panorama, lo cierto es que debemos de esforzarnos porque esto ocurra en menor medida. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?

En primer lugar teniendo en cuenta que somos su mejor ejemplo a seguir, por lo que debemos fomentar nuestro autocuidado. En segundo lugar con nuestra forma de actuar y de tratarles, así como en los valores que les inculcamos, es decir, en cómo los educamos.

No queremos niños que tengan que ser perfectos porque no queremos cultivar la soberbia; queremos niños que se quieran y confíen en sí mismos y en su potencial. A continuación os damos 12 claves que no fallarán:

1-Es importantísimo tenerlos en cuenta y dedicarles nuestro tiempo de manera exclusiva.

Debemos considerar lo que el niño nos solicita y nos reclama. Además, si estamos paseando con ellos no deberíamos de ir mirando nuestro teléfono móvil, pues el niño nos dedicará miradas y momentos que nos perderemos.

2-Corrige sus errores pero desde el cariño.

Sin gritos y con paciencia, el niño es una esponja que absorberá lo bueno y lo malo. Hazle entender que aprendéis juntos y que el intercambio es mutuo.

3-Fomenta su autonomía dándoles responsabilidades.

Déjales tomar pequeñas decisiones en cuanto a sus relaciones o hábitos diarios. Por ejemplo, pueden cocinar contigo o preparase ellos su almuerzo, ayudarte a secar y recoger los platos, poner la mesa, elegir la ropa que se quieren poner…

4-No les compares.

Ni con sus hermanos ni con sus amigos. No compares a un niño con nadie, y tampoco lo hagas con adulto. Nadie es mejor ni peor que nadie, todos somos diferentes.

5-No le etiquetes como “torpe”, “malo”, “tonto”.

Esto no ayuda para nada a crecer con un autoestima saludable. Cuando el niño haga algo mal hay muchas maneras de decírselo: no está bien que pegues a tus hermanos, no tienes que romper los juguetes o tenemos que trabajar bien las mates.

6-Tampoco lo hagas como “listo” “bueno” o “inteligente”.

El niño no comprenderá en qué se fundamenta que te refieras a él de esa forma. En su caso, puedes decirle: qué bien has hecho las tareas, qué bien has recogido o me encanta verte pintar. Es decir, juzga sus comportamientos pero no a los niños.

7-Establece unos límites claros y sé consistente con ellos.

Es decir, si no recoges tus juguetes no iremos al parque; el niño querrá negociar esto pero no valen medias tintas, si le has puesto una condición razonable tienes que hacerla valer, pues de lo contrario no se lo tomará en serio. Firmeza.

8-Valora el esfuerzo, no los resultados.

No te centres en si ha sacado un sobresaliente o un aprobado, lo importante es que el niño haya sido constante y se haya esforzado, refuerza esto.

9-No exageres tus halagos y sé concreto.

Esto es, dile lo que ha hecho bien y porqué te ha gustado para que el niño sepa lo que te agrada. Has recogido muy bien tus coches de juguete y los peluches es sustancialmente diferente a Eres muy ordenado.

Es importante que comentes con otras personas ante el niño sus logros y su esfuerzo, pues le hará sentir útil e importante.

10-Valida sus emociones

Si el niño llora es probable que se haya hecho daño, dale la importancia que tiene. Evita decirle: ¡No pasa nada! Sí que pasa, algo le hace sentir mal y es importante que le demos la relevancia pertinente.

11-No le sobreprotejas, fomentarás la inseguridad y la dependencia.

No hagas guardia y los vigiles a cada rato, pues generarás niños burbuja. Los niños no se rompen y necesitan una dinámica que les genere oportunidades para desarrollarse de forma constante, no para estancarse.

12-Reserva momentos para cada uno de los niños que tengas alrededor.

Intenta buscar un espacio individual para cada uno, pues el hecho de ser importantes y protagonistas durante unos minutos o unas horas es muy reforzante para ellos. Haciéndolo les muestras que para ti es clave dedicaros el uno al otro de vez en cuando, importándote cómo se siente y buscando generar novedosos intercambios.

Por: Raquel Aldana

Fuente: lamenteesmaravillosa.com

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– El futuro educativo: niños más creativos, menos aburridos y estresados

Publicado: 15/01/2015 07:40 CET

aburridos

Los sistemas educativos surgidos de la revolución industrial someten a los niños a incesantes exámenes donde las matemáticas y la lengua predominan sobre las otras materias. Ilustración de Ignasi Cusí.

Muchas de las cosas que nos contaron nuestros padres ya no sirven. El modelo “estudia, consigue un trabajo y asciende dentro de la empresa”, ha quedado obsoleto. Además, en este modelo la felicidad de los individuos no importa para nada. Por eso, mi mensaje de hoy es el siguiente: dejemos a los niños jugar. Permítanme explicarles por qué.
Nuestra sociedad ha cambiado enormemente en los últimos cincuenta años. El modelo económico se está transformando desde un paradigma productivo-industrial hacia un modelo de negocios basados en los servicios, la información y el conocimiento. Por lo tanto, es lógico pensar que las cualidades requeridas a los individuos en el futuro también cambien. Esto es, como mínimo, lo que dicen personas como Ken Robinson, experto en creatividad: en el futuro se necesitarán personas más creativas y empáticas. Todo esto puede que asuste mucho ya que ahora, aparte de formarnos, tendremos que ser buenos en otras cosas. Pero en realidad, ésta puede ser una buena noticia para los individuos: todos hemos nacido con una buena dosis de las cualidades que comenta Robinson.

Educación productiva: ignorando al individuo, perdiendo mucho talento

Los sistemas educativos originados en la revolución industrial han capitalizado la enseñanza hasta nuestros días. Su finalidad principal: preparar a las personas para incorporarse al sector productivo. Se caracterizan, por tanto, por varias cosas que, aunque nos parezcan obvias, puede que no lo sean tanto: separar a los niños por edades, según su facilidad para las matemáticas y la lengua, distinguir estrictamente entre “ciencias” y “letras” (dando mayor valor a las primeras) y muy importante: presionar a los jóvenes para que decidan, tan pronto como sea posible, hacia donde quieren encaminar su futuro profesional. Y es que el sistema educativo-industrial nació de la necesidad de preparar a trabajadores cualificados para que pudieran trabajar en las fábricas y realizaran trabajos mecánicos. El sistema también asumía, por tanto, la necesidad de una gran estandarización y daba gran valor a la repetición y memorización de datos. En otras palabras, lo que importaba (y aún importa) son los resultados, el potencial productivo del individuo. Las necesidades o potenciales “ocultos” de los estudiantes pasan en el sistema educativo-productivo a un segundo plano. Consecuencia: muchos niños se aburren en clase, se frustran, se sienten excluidos. Sin embargo, según algunos estudios, los talentos no curriculares (creatividad, intuición, flexibilidad, espontaneidad, empatía, competencias interculturales o capacidad organizativa) van a ser mucho más importantes en el futuro. Las razones: el mencionado cambio de modelo de negocios pero también de los modelos de carrera profesional (antes lineal y de larga duración – hoy cambiante y multitarea).

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=WbOtm0zkxLQ]

Científicos: intuición, pasión y curiosidad

Edward O. Wilson, catedrático de la Universidad de Harvard, profesor de Biología y ganador de dos premios Pulitzer, cuenta lo siguiente: “He conocido a un montón de estudiantes brillantes que no se atrevieron a adentrarse en la carrera científica por miedo a las matemáticas. Pero, al fin y al cabo, en la gran mayoría de disciplinas científicas, la pasión y la intuición son mucho más importantes que las matemáticas“. En su libro Cartas a un joven científico, Wilson es aún más explícito: “Muchos de los científicos de éxito a nivel mundial son, desde el punto de vista matemático, poco más que semianalfabetos”. Y da tal vez con la clave: primero, pasión, después, preparación. Y en algunos casos, según Wilson y coincidiendo con Robinson, la preparación se da de manera equivocada.

Pero Wilson no es el único que resalta la importancia de las cualidades “no curriculares” como prioritarias para un científico: Einstein reclamaba imaginación antes que conocimiento; Ramón y Cajal, la pasión y perseverancia. Marie Curie estaba convencida de que “en la mayoría de escuelas se dedica demasiado tiempo a la enseñanza de la lectura y la escritura y se mandan a los niños demasiados deberes, mientras que apenas se realizan ejercicios prácticos para completar su formación científica”. Einstein explicaba también que el secreto de su éxito a la hora de desarrollar teorías tan complejas era el haber conservado algunas de las cualidades de su niñez.

Entonces, ¿cómo hay que educar a los niños?

El modelo productivo-industrial planteaba esto como respuesta a otra pregunta: ¿qué quieres ser de mayor (médico, mecánico, fontanero)? Por lo tanto, proponía el modelo “estudiar, trabajar, producir”.

Es posible que el modelo educativo del futuro, dado que los modelos de carrera van a ser muy diferentes (no lineales, varios trabajos, multitareas), así como también las habilidades necesarias (creatividad, empatía, comunicación), trate de responder a otras preguntas: ¿qué cosas te gusta hacer, te hacen sentir bien (escribir, viajar, componer, analizar, ordenar)?

Todo esto puede sonar muy abstracto a la hora de pensar en un modelo educativo, así que permítanme poner un ejemplo de lo que trato de explicar: el otro día hablaba con el director de un museo científico. Su mayor preocupación era poder conseguir que el museo pudiera atraer, no solo a los adultos, sino tambien a los más pequeños. Al final llegó a la conclusión de que el mejor museo sería aquel que permitiera a los niños tocar y correr libremente, en definitiva, jugar.

Y es que viendo cada día a mi hijo de cuatro años jugar, inventar, comunicarse, asociarse con otros, buscar soluciones creativas, hacerse preguntas, me convenzo ahora de algo que mi madre me dijo hace ya muchos años: dejemos a los niños jugar. Qué idea más bella: puede que una de las claves de la educación del futuro esté en dar a los niños un poco más de aire, tiempo para que aprendan jugando siendo así más ellos mismos y, probablemente, más felices. Es posible que esto se consiga, como sostienen algunos, apostando por el e-learning o por clases asistenciales más prácticas y menos teóricas. Todo suena muy futurista pero los finlandeses (considerados modelo educativo de referencia con solo un 1% de abandono escolar) llevan desde los años setenta del siglo XX aplicando con éxito cosas como escolarización obligatoria a los 7 años (antes no se les exige leer ni escribir) y pausas después de cada clase (descansos para jugar).

En cualquier caso, ahora tengo que dejarles, la cama me llama. Mañana mi hijo de cuatro años se levantará, probablemente antes que yo, y vendrá a la cama preguntándome: papá, ¿quieres jugar conmigo?

Nota del autor: dedico este artículo a Pau Vallverdú, gran amigo y una de las personas más creativas que conozco. Mil gracias de nuevo a Ignasi Cusí por la fabulosa ilustración y a Aleix Ruiz-Falqués por las correcciones y comentarios.

Fuente: huffingtonpost.es/

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– La atención. Consejos para entrenar la capacidad de atención

La atención es la habilidad de fijar nuestros sentidos en un estímulo durante un intervalo determinado de tiempo ignorando todos los demás. La atención es necesaria para la concentración y para el aprendizaje. No podemos aprender nada si no le prestamos atención.

El proceso de la atención

Los niños y niñas desde que nacen atenderán a aquellos estímulos que les resulten novedosos e interesantes, hasta que se aburren o cansan de ese estímulo y pasan a fijar su atención en otra cosa.Los ambientes que rodean a los niños y niñas hoy en día, están cargados de estímulos atractivos, en ciertas ocasiones aparece una sobreestimulación. Esto hace que quieran prestar atención a todo y pasen de un estímulo a otro sin apenas tiempo para ello. La consecuencia de todo esto, es que no desarrollan la capacidad de atención, su mente no tiene el hábito de prestar atención detenidamente durante un determinado intervalo de tiempo. Y la cosa se complica cuando los estímulos a los que queremos que atiendan (las tareas escolares), resultan menos atractivos que otros que les rodean.La capacidad de atención se puede entrenar, es importante desarrollar la creación de un hábito atencional, que les permita detenerse el tiempo suficiente en un estímulo determinado. Esta capacidad les ayudará a centrarse en aquellos estímulos o tareas menos atractivos y es la base de su capacidad de concentración y de sus aprendizajes.

atencion

Durante cuánto tiempo puede prestar atención un niño/aLa capacidad de atención se va desarrollando a medida que se produce el desarrollo cognitivo del niño/a.Es importante conocer los tiempos medios de cada etapa, para no exigir demasiado a los pequeños. Exigir periodos de atención y/o concentración demasiado largos puede resultar contraproducente, ya que bilógicamente no están preparados. En lugar de crear el hábito, lo que hacemos es crear una tensión innecesaria para todos y se tendera al abandono del hábito.Como tiempos medios, teniendo en cuenta las variaciones individuales que presentará cada niño/a, podemos mencionar los siguientes:

  • 0 a 1 año: 2 a 3 minutos.
  • 1 a 2 años: 7 a 8 minutos.
  • 2 a 3 años: hasta 10 minutos.
  • 3 a 4 años: hasta 15 minutos.
  • 4 a 5 años: hasta 20 minutos.
  • 5 a 6 años: hasta 25 minutos.
  • 6 a 8 años: hasta 30 minutos.
  • 8 a 10 años: hasta 45 minutos.
  • 10 a 12 años: hasta 55 minutos.
  • 12 años en adelante: hasta 1 hora.

Lo habitual en cualquier persona adulta es comenzar a distraerse a partir de 1 hora prestando atención a algo. Dependerá de las circunstancias, contexto y otros estímulos. Es importante conocer estos tiempos para organizar el estudio en función de los mimos, estableciendo periodos de descanso.Consejos para entrenar la capacidad de atención en los niños y niñas

  1. Observa al pequeño e identifica el momento del día en el que está más predispuesto a la concentración. Elige un momento en el que los pequeños estén alera y con energía (evita por la noche o primera hora de la mañana). Estos momentos serán los adecuados para entrenar el hábito de la atención.
  2. Encuentra un espacio adecuado para trabajar la atención. Libre de distracciones y confortable.
  3. Empieza por actividades que requieran estar sentado y un trabajo intelectual,  que le interesen. Comenzaremos a entrenar el hábito por aquellos estímulos a los que atiende de forma natural, puede ser dibujar, leer, recortar, puzles, etc… algún tema que llame su atención (personaje, coches, deportes, dibujos animados, etc.). Haz que realice la actividad y evítale cualquier distracción (tele, ruidos, etc.), ya que si la actividad le interesa, si no aparece otro estimulo se quedara enganchando y aumentara sin darse cuenta y sin esfuerzo su capacidad de atención.
  4. Entrena la capacidad de atención con estímulos auditivos, para ellos son más atractivos y les requieren menos esfuerzo. Puedes usar audio cuentos o leerle tú, hazle escuchar el cuento completo y luego le preguntas sobre el mismo. Aumentaremos la duración de los cuentos poco a poco.
  5. Organízale sus tareas. Para ello divídelas en partes y distribuye tiempos. Los tiempos deben ser cumplidos, por ello es conveniente no excedernos en su duración (si le pedimos que éste 15 minutos realizando una tarea, tiene que aguantar ese tiempo). Poco  a poco iremos aumentando el tiempo de atención.
  6. Intercala descansos entre actividades.
  7. Refuérzale cuando este prestando atención y cuando haya cumplido con los tiempos previstos de atención.
  8. Estimúlale a terminar lo que ha comenzado. A veces abandonan porque se descentran, es importante que termine aunque tenga que hacer un descanso.

 Celia Rodríguez Ruiz
Psicóloga y Pedagoga
@Celia_RodrigRu


Fuente: educayaprende.com
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– Como hacer que tu hijo sea mas autonomo

autonomo

A los 7 años, nuestro hijo nos demuestra que quiere independencia, pero quizás todavía no haya desarrollado las habilidades necesarias para lograr su autonomía. Con un poco de ayuda y un voto de confianza, nuestro pequeño lo logrará de manera gradual.

Fomentar la confianza en sí mismos

Para que nuestro hijo desarrolle su autonomía debemos ayudarle a confiar en sí mismo, que pueda resolver situaciones de la vida cotidiana sin depender de los adultos. Para que esto suceda, nuestro hijo deberá adquirir algunas habilidades, hábitos y valores básicos que le servirán en todos los contextos, tanto dentro de la casa como en la calle o en la escuela. Pero nada es mágico en cuanto a aprendizaje. Este es un proceso que llevará tiempo, aunque dará buenos resultados en un futuro próximo.

Dejarle que comience a elegir su ropa, que se bañe y se vista solo, son pequeños pasos hacia la autoconfianza, logrando que se aleje un poco de nuestro regazo y comience a tomar decisiones y responsabilidades. Lo mismo ocurre con las tareas del hogar. Le podemos asignar tareas específicas, de las cuales, él será responsable, como, por ejemplo: preparar la mesa para la hora de comer, hacer su cama o darle un barrido al suelo.

Actitud responsable y ética

Es importante que aprenda a ser responsable con sus cosas del colegio, que no pierda sus lápices o demás objetos, que sea prolijo, goce del orden de sus libros y le importen sus calificaciones. Así mismo, comportarse de manera ética con sus compañeros, ser responsable de las tareas que le asignen en la escuela, adquirir el hábito de echarle un vistazo a sus cuadernos para asegurarse de que tiene todo completo y no tengamos que hacerlo nosotros, los padres.

También es importante que vaya adquiriendo nociones de peligros que puedan provocarle daño en casa o en la calle. Es importante enseñarle a utilizar el cuchillo de manera correcta a la hora de comer (además de cuidarle, le daremos autonomía) e instruirle acerca del uso del fuego de la cocina y la calefacción. Fuera de casa, lo más importante es que aprenda a cruzar las calles y a no hablar con extraños.

Con respecto al “afuera”, será necesario para desarrollar su civismo que logre habilidades que le permitan relacionarse con los demás. Saludar y despedirse de manera respetuosa, ser agradecido, pedir las cosas por favor, esperar su turno al hablar, hará que nuestro hijo pueda entablar una conversación en cualquier contexto social y, a la vez, desarrollará su autonomía.

Equipo Superpadres.com

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– “Que los reyes me echen menos deberes”

Un niño, en una imagen de archivo, se dirige a su primer día de escuela. / Alfredo Aldai (Efe)

Un niño, en una imagen de archivo, se dirige a su primer día de escuela. / Alfredo Aldai (Efe)

AGUSTíN MORENO | Publicado: 13/1/2015 10:36

“… y que este año me pongan menos deberes”. Es el final de una carta de peticiones a los Reyes Magos de un niño de diez años estas navidades. La pregunta a hacernos es ¿tienen muchos deberes los niños y los jóvenes españoles? Pues parece que sí. Según la revista ESCUELA, que aporta datos de la OCDE, extraídos del informe PISA, España es el cuarto país en el que los alumnos hacen más deberes. Se dedican de media 6,5 horas semanales al trabajo fuera de la escuela. Pero no parece que ello signifique mejores resultados académicos. España, Italia, Polonia e Irlanda, que están al mismo nivel de horas de trabajo extraescolar, no salen muy bien parados en las pruebas PISA. Por el contrario, los países con una educación mejor valorada, como Finlandia o Corea del Sur, solo dedican 2 horas.

Afirma, con razón, Manolo Menor que “habría que dejar de dar tanto la vara al personal con la ideología del “esfuerzo”. No por martirizar más a los chavales se conseguirá mejor éxito escolar. Cifrar la mejora de la educación en que se trabaje más y más fuera del aula, con más ejercicios repetitivos, no es la mejor solución ni, por otra parte, soluciona gran parte de los problemas de que adolece nuestro sistema educativo”.

Evidentemente las cosas son más complejas. El llamado “currículo del hogar” o deberes son una costumbre arraigada en el sistema educativo español. Durante el franquismo había una educación con insuficiencia de medios y sólo quienes tenían un aporte significativo externo alcanzaban estudios medios o superiores. Es decir, las familias eran conscientes de que su apoyo era decisivo para el futuro de sus hijos e hijas. Las familias más acomodadas tenían profesorado particular en sus domicilios, precursores de las academias privadas.

Actualmente seguimos con esa tendencia. La obligación de atender dichas tareas fuera del centro educativo es, en sí misma, generadora de desigualdades y responsable de buena parte del fracaso escolar. Esto hace que se abra una gran brecha entre el alumnado que tiene un entorno familiar favorable para poder realizar sus tareas educativas y el que no lo tiene, entre quien puede y quien no lo puede pagar. Asociado a esta sobrecarga del tiempo escolar, uno de los aspectos menos conocidos del proceso solapado de privatización de la educación reside en la expansión de la “segunda escuela”, lo que se ha denominado laeducación en la sombra, las clases particulares y las academias.

Es necesario reflexionar sobre el modelo educativo. El tema de fondo es: ¿se puede justificar un horario de 6-7 horas lectivas diarias más 3 o 4 de extraescolares y deberes en casa? Un niño o un joven escolar no es un boletín de notas con patas y esa visión no puede cerrar su desarrollo integral. ¿Significa esto que no es útil la realización de tareas? Puede serlo, al menos en secundaria, la cuestión está en el cuánto y el cómo. Y en España se mandan demasiados deberes a los chicos por un exceso de asignaturas y unos programas muy exhaustivos que se intentan acabar mandando tareas para casa de aspectos muchas veces secundarios. Y ello agobia a los chicos y estresa a las familias.

De entrada, las tareas educativas, al menos las fundamentales, deberían quedar resueltas dentro del centro educativo, siendo las complementarias, las añadidas de forma voluntaria, las que pueden desarrollarse en el ámbito familiar. Deben replantearse los horarios y tiempos de enseñanza, cambiar los métodos pedagógicos tradicionales, modificar y reducir currículos y apostar por la capacidad de aprender a aprender. Como dice Gimeno Sacristán: En la escuela sobran horas de academicismo y de evaluación que se podrían dedicar a otra cosa”.

El reto es, pues, organizar los tiempos escolares de tal forma que la escuela sea suficiente y los deberes innecesarios. La clase debe de ser el centro del aprendizaje para el alumnado con la tutorización del profesor. Si se logra motivar al alumnado, el aprendizaje se daría de forma natural y activa. Los deberes quedarían reducidos a un tiempo flexible para que cada cual termine sus actividades en casa. Especialmente en primaria debe garantizarse el juego libre y la autonomía de emplear el tiempo a su manera. Jugar es socializar, es gozoso pisar la calle y el parque con los padres o con amigos, incluso aburrirse de vez en cuando es necesario. Todo ello educa, refuerza la afectividad, la autonomía y la responsabilidad, enseña valores en el niño o joven. Si buscamos un desarrollo integral, todo no puede ser memorizar, aprender idiomas y competir. Hay que construir alternativas educativas más humanas, que eduquen fundamentalmente para ser personas y que siembren el amor y el gusto por la cultura y el saber independientemente –incluso- de su utilidad para el mercado.

Fuente: cuartopoder.es

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– Frases que destruirán a tus hijos

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Cuídate de no dañar permanentemente la frágil autoestima de tus hijos con frases como éstas.

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  • El enojo, el cansancio y la frustración que vienen con los problemas cotidianos pueden llegar a exasperarnos y hacernos decir cosas que realmente no sentimos. Estas son algunas de las peores combinaciones de palabras que podemos decirles a nuestros hijos, sean de la edad que sean, pero muy especialmente los niños pequeñitos. Los efectos de esas palabras pueden ir más alla de lo que crees y de lo que tú o tus hijos pueden controlar.
  • “No puedes hacer nunca nada bien”

    A nadie le gustaría escuchar esto, menos aún como adultos. Imagina la desagradable sensación de tu inocente hija cuando te escucha decir palabras así. Si tu hija se equivocó, rompió algo, arruinó la mezcla del pastel, da un respiro profundo y piensa en lo que es más importante. La respuesta siempre será la misma: tus hijos son más importantes que cualquier otra cosa.

  • “Ojalá te parecieras más a tu hermano”.

    No ganamos nada comparando a nuestros pequeños, pero sí podemos crear resentimientos entre los miembros de la familia. Asegúrate de que nunca existan comparaciones en tu hogar. Todos somos diferentes y únicos, y todos somos especiales a nuestra propia manera.

  • “Eres gordo/feo/tonto”.

    Nuestros hijos creen todo lo que les decimos. Somos su fuente más confiable de información y también la máxima fuente de amor. No dañes la autoestima de tus pequeños con adjetivos negativos. Mejor trata de hacer notar sus puntos fuertes en lugar de subrayar los negativos.

  • “Me avergüenzas”.

    Si tu hijo tiene la tendencia de llamar la atención en público, como gritar, brincar, correr y cantar a altos volúmenes de voz. Tal vez sólo necesite más atención. No digas cosas como estas frente a sus amigos y tampoco en privado. ¿Por qué no planear un espectáculo en casa en donde él sea la estrella principal? Tal vez descubran su lado artístico al hacerlo y pasar un buen momento en familia.

  • “Ojalá nunca hubieras nacido”.

    No puedo pensar en algo peor que alguien podría decir a un pequeño. Nunca, bajo ninguna situación, digas esto a tus hijos, ni siquiera en broma. Todos necesitamos saber que somos deseados y queridos, sin importar los errores que cometemos.

  • “Me tienes harta, ya no te quiero”.

    A veces, sin darnos cuenta, caemos en el juego de palabras de los pequeños. Tu hija de 3 años está frustrada porque no puede comer un segundo plato de helado para la cena. Después de explicarle varias veces por qué no debe hacerlo, se enoja, llora y te dice que no te quiere. La respuesta más fácil sería pagar con la misma moneda, pero esto sólo le causa daño a tu hija. La reacción correcta sería explicarle de nuevo por qué no puede comer más postre y recordarle que siempre la vas a querer, aunque ella esté muy enojada contigo. Ella aprenderá mucho más de lo que te imaginas de esta lección.

  • “No llores, no es para tanto”.

    ¿Qué tan grandes pueden ser los problemas de los niños? Son sólo niños, ellos no tienen preocupaciones, aflicciones, disgustos ni miedos”. Este es un error que como adultos comentemos muy a menudo. Los niños tienen tanta o mayor capacidad emocional que un adulto. La diferencia es que no pueden expresarse ni calmarse a sí mismos como nosotros. Entonces, sus problemas de alguna manera ¿no serían aún más grandes? Nunca minimices un miedo, una raspadura, una duda, un conflicto que esté pasando tu pequeño. Ayúdalo a superarlo y a reaccionar de manera saludable ante él.

    Con pequeños ajustes y siempre considerando los sentimientos y bienestar de nuestros hijos podemos evitar estas frases tan dañinas y podemos tener una relación de amor, protección y bienestar en el hogar.

Fuente: familias.com

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– Claves para mejorar la autoestima de tus hijos

La autoestima es cómo nos percibimos y cómo nos sentimos con nosotros mismos, pero ¿cómo formamos ese autoconcepto? ¿Y cómo podemos potenciarlo en nuestros hijos?

Desde pequeños recibimos mensajes sobre nosotros de nuestro entorno: padres, profesores, amigos o compañeros, vecinos, etc. A veces esos mensajes son explícitos “eres tonto”, “mi hijo es muy inteligente”, “Fulanito saca mejores notas que tú”, “eres el más listo de la clase”, etc. Otras veces esos mensajes son implícitos, esto es, a través de comportamientos que tienen los demás hacia nosotros, por ejemplo, si un padre/madre sólo está pendiente de uno de sus hijos al hacer los deberes, éste percibirá que le ven más incapaz porque los padres le prestan más ayuda que al otro.

De esta manera nos vamos haciendo una idea de “como somos”, no obstante, eso no significa que seamos así… sino que los demás nos han destacado ciertas cosas omitiendo muchos otros aspectos que tenemos.

Cómo nuestro entorno modula nuestra autoestima

Para entender mejor cómo los mensajes que recibimos de nuestro entorno (sobretodo los padres) pueden influir en nuestra autoestima, pongamos un ejemplo práctico. Tenemos a tres niños que son educados de manera distinta:

  • Pedro: los padres de Pedro quieren que su hijo espabile y aprenda a hacer las cosas bien, que mejore y sea un adulto de provecho. Así que le destacan a menudo las cosas que hace mal para que se dé cuenta y las mejore, le comparan con otros niños que sacan mejores notas que él o son más obedientes y a veces le dicen que parece tonto y torpe para motivarle a mejorar.
  • Jesús: los padres de Jesús piensan que su hijo es el mejor del mundo y se lo recuerdan constantemente. Cuando hace las cosas bien lo celebran y cuando se comporta mal o se equivoca en algo no se lo dicen porque no quieren que se sienta mal, les sabe mal y no quieren verlo sufrir.
  • Juan: los padres de Juan le sonríen y felicitan cuando hace bien las cosas pero cuando se equivoca en algo le rectifican y le enseñan cómo se hace para que mejore y aprenda.

Consecuencias de los estilos de educación en la autoestima de los niños

¿Qué autoconcepto tendrá cada uno de los niños ahora y en la edad adulta? Según el estilo de educación que adoptemos tendrá distintas consecuencias:

  • Pedro: probablemente será un adolescente o un adulto con una baja autoestima, no confiará en que haga bien las cosas, se comparará con los demás y como le enseñaron en casa, verá en él todo lo que hace mal y los defectos que tiene; sin embargo sus cualidades no las verá.
  • Jesús: probablemente tendrá una autoestima demasiado alta, pudiendo llegar a ser un adulto narcisista que crea que es mejor que los demás, teniendo una baja tolerancia a la frustración, incapaz de reconocer errores y por tanto siendo incapaz de pedir perdón, afectando así a sus relaciones personales.
  • Juan: tal y como le enseñaron, verá las cualidades que tiene e intentará mejorar aquello que no se le da bien. Probablemente tendrá una buena autoestima en general.

Pero esto de la autoestima no es tan sencillo, aún hay más. Hablemos de la profecía autocumplida o de cumplir con el papel que nos han adjudicado:

  • Pedro, percibiéndose a sí mismo como torpe (como le dicen sus padres), en clase de educación física intentará escaquearse y no hacer los ejercicios o si los hace, no se esmerará mucho, porque total, “si soy torpe no hay mucho que hacer”, con lo cual, Pedro no trabajará su motricidad y por tanto no mejorará las habilidades motrices que le permitan desarrollar mejor las actividades físicas, así que al final será patoso para el deporte y los demás también le verán así y le devolverán esa imagen de él mismo, con lo cual… es una rueda que se retroalimenta.
  • Jesús, como es un chaval que no falla nunca y lo hace todo bien, para cumplir su profecía puede escoger entre dos opciones: hacer deporte como si fuera el mejor y ofrecer un buen resultado o “pasar” de la clase de educación física porque “hacen tonterías”, “no le gusta” o “el profesor es un inútil” (de esta forma es imposible hacerlo mal, porque no lo hace).
  • En cambio Juan, a quien el deporte se le da igual de bien (o de mal) que a Pedro, como se percibe a sí mismo como una persona capaz de aprender y mejorar si se esfuerza (como le dicen sus padres), en educación física hace todos los ejercicios, intenta fijarse en cómo hacerlos mejor y se esfuerza para aprender.  El percibirse capaz de mejorar y conseguir objetivos también ayuda a estar más contento con uno mismo.

Claves para potenciar la autoestima de tus hijos

Como se ha comentado anteriormente, esto de la autoestima es bastante más complejo, implica muchas más cosas, así que si quieres ayudar a tus hijos a tener una mejor autoestima, estas son algunas claves:

  • Reconócele sus cualidades.
  • Ayudále a mejorar aquello que no se le da tan bien.
  • Percíbelo capaz de mejorar y superarse, así le enseñarás a percibirse a sí mismo como una persona capaz de mejorar y superarse.
  • No le señales sus defectos como algo propio de su ser: no ERES torpe, porque no ES torpe, sino que le cuestan más las habilidades motrices; no ES agresivo, sino que a veces ACTÚA agresivamente; no ES tonto, sino que está aprendiendo a vivir, lo raro sería que lo supiera todo.
  • Cuando se equivoque en algo, está bien que sepa en qué se ha equivocado, pero aun está mejor si sabe qué deben hacer en vez de eso, así que ¡explicále cómo se hace!
  • Acéptalo con sus cualidades y sus defectos… si no los aceptas ellos tampoco se aceptarán. Es imposible ser perfecto y deben aprender que eso es imposible, de lo contrario serán infelices buscando la perfección.
  • No pretendas que sean como tú quieras… necesitan ser ellos mismos, encontrar su propia identidad. Ellos no han venido a este mundo para cumplir tus expectativas, sino para hacer su vida.
  • Exprésale tu cariño, ya sea verbalmente o a través del lenguaje no verbal (miradas, caricias, abrazos, etc.). Si perciben tu amor ellos también aprenderán a quererse y a querer a los demás.
  • Delégales tareas de responsabilidad desde pequeñitos que sean adecuadas a su edad. De esta manera sentirán que su aportación importa, por tanto, que ellos son importantes, además de aprender a ser responsables y autónomos.
  • Favorece la sociabilización de tus hijos con compañeros de clase, con otros niños en el parque, con actividades extraescolares, etc. De este modo aprenderá habilidades sociales que son muy importantes para las relaciones sociales y para la autoestima.
  • Confía en tus hijos, esto hará que ellos aprendan a confiar en ellos mismos.

Artículo escrito por:

Núria Tarifa Garcia. Psicóloga del Centro GRAT

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– La importancia de fomentar la creatividad en niños

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10/11/2014

Cada vez que nos preguntamos a nosotros mismos; ¿y si en lugar de esto hago aquello otro?, ¿y si pruebo, y si hubiera una nueva forma de hacer las cosas?. Hemos aprendido a hacer algo nuevo. Cuando esto se hace no por necesidad de sobrevivir, sino como actitud o para ser más feliz, estamos ante una persona creativa.

Pertenecemos a un siglo de transformaciones continuas que dan como resultado cambios en la manera que nos relacionamos, pensamos, trabajamos, cambios en nuestra ideología, en nuestra estructura vital, política y social. Es un hecho que los niños se enfrentarán diariamente a problemas más diversos y complejos. Problemas que requieren la familiarización al nuevo medio implicando nuevas formas de adaptabilidad.

Es en este entorno donde la creatividad se alza como una herramienta fundamental para resolver nuevas coyunturas. La creatividad es clave si queremos niños independientes en su forma de pensar, niños que puedan asimilar bien las situaciones que viven, que sepan razonar y cuestionar, que sean sensibles al entorno y que logren una inclinación hacia la exploración del mundo que los rodea, para obtener soluciones novedosas frente a los problemas cotidianos y aprendan a conocerse a sí mismos.

Un niño desarrolla en sus primeros seis años de vida muchas de las capacidades que marcarán su futuro. Entre estas capacidades está la de crear. Aunque todos los niños son creativos, existen maneras de estimular esta capacidad, de modo que permanezca y se potencie.

¿Pero qué diferencia existe entre una persona creativa y una que no lo es? ¿Qué habilidades tiene una persona para identificarla como creativa? ¿Qué habilidades tenemos que enseñar a nuestros niños para potenciar su creatividad?

La persona creativa es una buscadora. Es formuladora de hipótesis: ¿y si se pudiera hacer de otra manera?. La creatividad es una actitud de descubrimiento. La creatividad implica transitar por caminos nuevos. Cambiar la mirada, cambiar el punto de vista. 

La creatividad implica confianza en uno mismo, porque el que prueba cosas nuevas tiene muchas posibilidades de fracasar. Se arriesga más. La creatividad es convertir al ser pasivo en ser activo, en creador de sí mismo y de la realidad que le rodea.

El creativo transforma, combina, descontextualiza, abstrae, observa, prueba, deconstruye, posee un pensamiento flexible que le permite interactuar en diferentes ambientes. Ser flexible es saber crear, explorar, generar, imaginar, improvisar, inventar, modificar, relacionar, transformar y adaptar. Son habilidades, todas ellas, que podemos potenciar en los niños para que tengan la facilidad para relacionarse en los diferentes ambientes; es decir, estar en disposición de interactuar y de aceptar a los demás tal y como son.

La importancia de la creatividad está en que el niño no solo pueda aportar soluciones varias a conflictos, sino de que tenga una mayor adaptabilidad a situaciones nuevas, lo que asegura que los niños sean más felices, manifiesten una mejor actitud ante situaciones nuevas y se sientan menos frustrados a raíz de un posible cambio.

Jugar con los niños con intencionalidad creativa

El educador que idea un juego, casi siempre plantea una pregunta y su consiguiente respuesta. Busca siempre enseñar algo concreto, aunque no siempre lo exprese de una forma explícita. O sea, plantea el principio y el final. Cuando el niño llega a la meta propuesta, ha aprovechado bien el juego educativo.

En cambio, el juego enfocado a la creatividad propone al niño una hipótesis para que experimente, lo coloca ante algo potencial, pero sólo lo pone delante, el resultado, cualquiera que sea, es correcto, porque no se busca llegar a un fin, sino que el objeto es que el niño recorra por sí mismo y en función de su estado madurativo, sus gustos personales, su carácter, etc. hasta dónde quiere llegar y qué quiere aprender.

Artículo realizado por:

Núria Torras

Fundadora de LEKKID

Fuente: Fundación Faros

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